Felicitación
de aguinaldo 2019 |
Felices Fiestas, compaña,
y estimada clientela,
feisbuker@s, internautas,
amig@s y parentela.
Que os sienten bien las
viandas,
las alegres francachelas,
los chinchines con champaña,
la repostería de Estepa.
No hace falta burundanga
ni otras sustancias rastreras
para cazar en manadas
propias de la Edad de Piedra.
Con unos turrones basta
para sentarse a la mesa
y gozar de la velada
al son de las panderetas.
El dieciocho se marcha
y el diecinueve nos llega
con ecos en lontananza
de visiones agoreras.
¿Se avecina otra
avalancha
de hecatombes financieras?
¿Nos viene la intemerata
con más zozobra y miseria?
¡Lagarto, lagarto,
paya!;
en fin, toquemos madera,
que la Banca siempre gana
(en la vida y en Las Vegas).
(Y si algo les sale rana
-como con las hipotecas-
va el Supremo y les regala
la cacicada suprema.)
Este año ha sido
la añada
de la debacle pepera:
Rajoy, Cospedal, Soraya
(Cifuentes sisando cremas).
De los másteres
fantasmas
regalados bajo cuerda,
los currículos de traca,
las tesis bajo sospecha.
Las sociedades pantalla
de ministr@s con cartera,
y las pláticas grabadas
en sesiones villarejas.
De dimisiones cantadas
y de otras que no llegan
pero que igualmente cantan
saliendo por peteneras.
Vivió Moncloa la
mudanza
más rauda que se recuerda
con la Gürtel sentenciada
y Rajoy contra las cuerdas.
Y tras la moción
ganada
-ya desde la presidencia-,
dijo Sánchez que llegaba
para ordenar la trastienda
de la política patria
pero que, en cuanto estuviera
un pelín más aseada,
nos daría voz a la peña.
Comprometió su palabra
y nos hizo la promesa
de que en cuestión de semanas…
¿¡y ahora dice que se queda!?
Y el que aborrecía
la casta
y hacía voto de pobreza,
recién se agenció una dacha
a medias con su pareja.
Y el ciudadano naranja
-que parecía savia nueva-
se ha ido tornando tan carca
que a Casado se asemeja.
Deben de pensar, compaña,
que padecemos de amnesia
o que adquirimos en masa
memoria de pez, colegas.
Entretanto, nuestra España
-ya sea una o tropecientas-
sigue tan invertebrada
como en los tiempos de Ortega.
Con la cuestión
catalana
y la vasca siempre a vueltas,
y la insufrible matraca
del procés que nunca cesa.
Tras su estancia
en Alemania
Puigdemont fabula en Bélgica
su República de Narnia
en su mansión palaciega.
Desde Waterloo comanda
su corte de marionetas
tras la tramoya dorada
de su exilio de opereta.
Y mientras tanto aquí,
en casa,
nueve indepes en la trena
esperando a ver qué pasa
y a cuánto los empapelan.
Y las CUP, soliviantadas,
curiosamente protestan
con el lema aquel de Fraga
de las calles siempre nuestras.
Cruces, lazos y pancartas
que unos quitan y otros cuelgan;
señalamientos, pintadas,
y conatos de violencia.
Insultos, gente embozada,
algaradas callejeras
(y Torra liándola parda
con lo de la vía eslovena).
¿Nos hemos vuelto
majaras?
¿Estamos cual regaderas?
¿No sabemos lo que pasa
si se despierta a la fiera
de las pasiones más
bajas
que toda persona alberga
esperando, agazapada,
a que alguien prenda la mecha?
¿Rebelión
sin gente armada?
¿Un farol, que dijo aquélla?
¿Sedición sin asonada
o estéril desobediencia?
¿Se ha pasado de
frenada
la instrucción del juez Llarena?
¿Se merecen tales faltas
tantos años de condena?
Catalanes, catalanas,
chi lo sa, quién lo supiera,
mas me parece obligada
una reflexión serena
porque imperen la templanza
y el buen juicio (cuando sea).
Y ya que es tiempo de magia
y de estampas navideñas,
de calles engalanadas
con sierpes de luz y estrellas,
y de caridad cristiana:
¡leñe, hacedle caso a Omella!
Felices Fiestas, compaña,
feliz Noche Buena y Vieja
y felices campanadas
y que el Diecinueve sea
el buen puerto de arribada
para todas vuestras metas,
con salud, amor y pasta
(¡la del Gordo, si cayera!).
Y hasta aquí la
oda aguinalda
de este año, proba audiencia,
feisbuker@s, internautas,
amig@s y parentela.
Por si acaso os gustara
y difundirla os placiera,
sabed que fue pergeñada
por Juan
Cánovas Ortega.
Diciembre de 2018
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